sábado, 19 de octubre de 2013

Bienaventurada Marie Poussepin porque has creído


Por la fe  recibida en el Bautismo Marie Poussepin creció incansablemente  durante toda su vida en esta virtud,   su hogar estuvo impregnado de una fe y de una vida cristiana muy profunda. En su testamento  dejó una expresión muy auténtica “quiero morir en la fe católica, apostólica y romana”

Por el testimonio de su fe vivida en lo cotidiano fue    escogida 28 veces para ser madrina de bautismo  en las parroquias de Dourdan.
Por la fe a la muerte de su madre  sostiene y ayuda a su padre, dirige la marcha del hogar y vela por la formación de su hermano.

Por la fe  Marie Poussepin fue miembro  por muchos  años de la Cofradía de la Caridad de la Parroquia de Saint Pierre,  atendiendo a los enfermos  y a los pobres  con gran abnegación y entrega.
Por la fe acogió no solo en su casa sino  en su misma pieza, a una  mujer viuda y enferma: Marie Olivie, quien muere rodeada de los mejores cuidados.

Por la fe   respondió a los 43 años  al llamado de Dios y dejó su ciudad natal y su familia  para dedicarse enteramente a dar una educación básica  a las niñas enseñándoles un oficio para ganarse la vida  y cuidando generosamente a los enfermos.
Por la fe  Marie Poussepin  “espero contra toda esperanza”  para fundar una comunidad de la Tercera Orden de Santo Domino sin clausura y dedicada a la misión, creatividad audaz para  aquel tiempo.

Por la fe hizo de la Caridad la característica de su fisonomía espiritual y el fundamento, la razón de ser de la Comunidad.
Por la fe supo descubrir en los pobres la imagen de Cristo y servirlos con amor.

Por la fe Marie Poussepin supo tomar las decisiones  necesarias en los momentos más delicados, garantizando así la vida de la comunidad.
Por la fe  vivió la caridad y la justicia que hizo de ella  el  Apóstol Social de la Caridad.

Por la fe saliéndose  de tiempo y de los usos de su época supo ofrecer una promoción humana y cristiana a los obreros y a los pobres.
Por la fe Marie Poussepin  ha legado a su comunidad y al mundo una profunda espiritualidad sólidamente fundada sobre la caridad, expresada y verificada cotidianamente en las obras de caridad.

Por la fe  tuvo la fuerza espiritual que supuso su larga vida y lo arduo de la obra realizada a través de tantas  dificultades que se le presentaron y que ella vivió con serenidad y humildad.
Por la fe la obra de Marie Poussepin es la primera realización de una Congregación Dominicana de vida apostólica.

Por la fe quiso desde el comienzo extender lo más posible, su obra de caridad
Por la fe  ella se reservaba para sí el cuidado de los enfermos más repugnantes.

Por la fe  Marie Poussepin comprendió que la Comunidad que fundó estaba  destinada a un largo futuro.
Por la fe  ella   logró hacer la caridad en una completa gratuidad por la austeridad de su vida y por el trabajo de sus manos.

Por la fe   tuvo siempre la convicción  profunda de no ser sino un instrumento de la Providencia de Dios.
Por la fe, hasta el fin de su vida, fue fiel a su voluntad misionera de responder a las llamadas que le fueron hechas.

Por la fe en 1737, Marie Poussepin, hace con su puño y letra su último Testamento que es un adiós a sus hermanas. Es una página de sencillez, de humildad y de pobreza. Es también un último llamamiento  a  perseverar en el ejercicio de la fe, la esperanza y la caridad a sus hermanas y a quienes  en el curso de los siglos seguirán al Señor fortalecidas y enriquecidas por su Carisma y Espiritualidad.

lunes, 14 de octubre de 2013

MARIE POUSSEPIN, APOSTOL SOCIAL DE LA CARIDAD


Todos los santos son santos de la caridad, madre y esposa suya. A quienes la caridad no engendró, la Iglesia no los reconoce como propios. Quienes no se abandonaron a ella no fueron sino campana que toca o platillos que aturden. Un santo sin caridad es tan inconcebible como un Dios sin divinidad y tan monstruoso como un hombre sin humanidad.
Ninguna familia religiosa de la Iglesia puede hacer alarde de originalidad pregonando que vive la caridad y que está totalmente entregada a ella. Una institución no se distingue de otras afirmando que tiene por cometido promover la perfección de la caridad en sus miembros. En este punto los institutos no hacen sino copiarse unos a otros, puesto que cada cual define el único e idéntico titulo por el cual se constituye como célula viva de la Iglesia de los santos.

¡Ningún instituto es original en este punto y, no obstante, cada uno revela una faceta peculiar de la caridad! Porque la única caridad, que proviene del único Dios Amor, se convierte en caridad innumerable cuando se vive en múltiples vocaciones. Apegarse amorosamente a la caridad de un santo, para meditar en ella y vivirla, no redunda en menoscabo de los demás santos. Al contrario, engrandece a aquellos, conforme a las leyes desconcertantes del universo de la santidad: la”comunión de los santos”. Palabras veraces son estas de Georges Bernanos, valederas por cierto en el caso de cualquier familia religiosa y su fundador: “Si fuese posible extender una mirada pura y única sobre las obras de Dios, veríamos la Orden de Predicadores como la caridad peculiar de santo Domingo realizándose en el espacio y en el tiempo”.

En  ciertas circunstancias apremiantes, que son escenario de aflicciones gravísimas, los santos siempre inventan el mismo gesto. Cuando ya no queda más que una sola cosa por hacer, ellos saben perfectamente cuál es: la hacen y la hacen bien. No se detienen a elucubrar si esos males conciernen o no a su vocación específica, no sopesan tampoco si deben pagar con su propia persona o si conviene reservarse para otras tareas. Llámense Domingo de Guzmán o Vicente de Paul, no saben más que una cosa: allí en la calle los hombres mueren de hambre, esto me concierne y no hallaré descanso hasta que haya hecho por ellos todo lo humanamente posible y divinamente imposible.

El desconsuelo de los pobres había conmovido a Domingo, esta conmoción es algo muy diferente y mucho más profundo que una simple emoción. Eso que conmovió su alma y la lanzó fuera de sí hacia los pobres, es una compasión tan antigua como el Evangelio, herencia que no se transmite por la carne ni la sangre sino por la misericordiosa filiación de la gracia.   

La caridad está atenta a las miserias de la hora presente por que las mira con la mirada eterna de Dios.

(Fr. Alberto M. Besnard, O.P., La compasión de santo Domingo de Guzmán, Subsidios O.P. 12, Santiago de Chile, 1995, p.3) 
 

Marie Poussepin es una mujer creyente que responde desde su fe a la llamada que Dios le hace a vivir las obras de misericordia. Una mujer que responde a las necesidades de los pobres de su tiempo porque las conoce gracias a la cercanía, al contacto real con la realidad que la rodea. Desde niña, guiada por su madre sabe lo que es hacerse útil al otro, compadecerse del dolor del otro, la caridad es el motor que la mueve a darse sin medida, buscando de manera creativa y audaz formas nuevas de dignificar a la persona.
El amor a Dios la guió en todas sus empresas y la dirigió en todos sus proyectos. Sus empresas a favor de la niñez, de la juventud y de los enfermos, fueron inspirados por su ardiente deseo de llevarlos a Dios.

Esa caridad llena de misericordia para con el hombre, que la llevó a aliviar sus necesidades tan oportuna y efectivamente, tenía que estar alimentada por una muy honda vida de amor a Dios, de la intimidad con El, que daba anchura y longitud, altura y profundidad a su caridad con los hermanos.

Marie Poussepin es para nosotras paradigma de la mujer que sabe mantener el equilibrio entre el trabajo y la misericordia. Un trabajo para no ser carga para nadie y que permita solidarizarse con los necesitados.

Su audacia la lleva a crear nuevas maneras para superar la pobreza, siempre con la prudencia necesaria, asumiendo con determinación negocios y métodos en la organización social del trabajo. Hoy sin duda ella sería una mujer a la vanguardia de las ONG, emprendedora en proyectos solidarios y en la acción social.
Marie Poussepin trazó un camino nuevo para la mujer y para la religiosa de su tiempo, mujer fiel a la tradición de la Orden de Santo Domingo pero abierta a nuevas necesidades